5 de mayo
En 1976 el escritor Haroldo Conti escribió una crónica sobre la Isla Paulino en el partido bonaerense de Berisso, un mes antes de su secuestro y desaparición durante la dictadura, y ese texto, junto con otros materiales de archivo de la época, son los elementos con los que se nutre «Silencio en la ribera», de Igor Galuk.
«Descubrir que un autor de la talla de Haroldo se haya fijado en este pequeño rincón del mundo, fue muy revelador», cuenta Galuk en comunicación con Télam sobre el interés que despertó en el director reflejar el universo que describe Conti.
La ópera prima de Galuk, que se estrena el próximo jueves en el Cine Gaumont del barrio porteño de Congreso, se asienta en la última nota de Conti para construir un relato onírico y melancólico, poblado de figuras fantasmales atrapados en un lugar que parece detenido en el tiempo.
«Todos los personajes de la película habitan un no-lugar, un no-tiempo, están suspendidos en una isla que casi no existe o que dejó de existir hace tiempo» reflexiona Galuk, «tanto la crónica como la película habitan ese espacio fantasmagórico, esa mezcla de recuerdo, nostalgia y presente imaginario», completa.
-Télam:¿Qué te interesó de Haroldo Conti para abordar su figura en tu primera película?
-Igor Galuk: Haroldo Conti es un autor que admiro profundamente y gran parte de sus novelas y cuentos fueron las motivaciones iniciales de nuestro trabajo cinematográfico con Riocine en el año 2009, pero su crónica «Tristezas del vino de la costa o la parva muerte de la Isla Paulino» publicada en la Revista Crisis en abril de 1976, la conocí recién en el 2015 y es ahí cuando surge la idea de hacer esta película. Luego nos enteramos que había sido su última crónica, publicada un mes antes de su secuestro y desaparición. El territorio al que hace referencia la nota lo conozco muy bien, nací en Berisso y descubrir que un autor de la talla de Haroldo se haya fijado en este pequeño rincón del mundo, fue muy revelador. Así arrancó todo, el cruce de épocas, las miradas y el deseo de continuar cinematográficamente la obra literaria de Haroldo.
– En su crónica, Conti daba cuenta de la agonía de la Isla Paulino y la película sigue el mismo camino 50 años después. ¿Cómo fue seguir esa bitácora y combinarla con el filme inconcluso de Roberto Cuervo sobre el escritor?
– El material de la película ya estaba rodando antes de que conociéramos la crónica de Conti. Entre los años 2011 y 2015 con el equipo de Riocine fuimos realizando varias series documentales y cortometrajes abordando el estado de la ribera y las distintas realidades de los pobladores ribereños y la crónica de Haroldo aparece en un momento justo para poner en palabras aquello que nosotros habíamos sentido y percibido durante los rodajes en la costa, en especial en la Isla Paulino. Nosotros habíamos filmado aquello que cuarenta años atrás el autor describió tan notablemente. Nos sorprendió la vigencia de su relato, la permanencia del estado de las cosas como si hubieran estado detenidas en el tiempo. En ese momento comenzamos a buscar material fílmico sobre la isla, la crónica de Haroldo hace referencia a una filmación realizada por Roberto Cuervo, y es ahí donde me contacto con Andrés, el hijo de Roberto, y me comenta sobre el documental inconcluso de su padre sobre la figura del escritor, ‘Retrato humano a un escritor’. Al principio eran materiales disímiles que iban por caminos diferentes, pero al encontrar otros archivos fílmicos de la ribera, todo comenzó a cobrar sentido. Había una temática y una problemática que se venía abordando desde hacía muchos años en el cine regional. Así que nos pareció importante darle continuidad.
– «Silencio en la ribera» habla de personajes fantasmagóricos, no solo el Conti desaparecido sino la propia película sobre él y también de los habitantes de la isla. ¿La idea de la puesta era que todos son parte de un pasado extraviado, que en definitiva no puede representarse?
– Todos los personajes de la película habitan un no-lugar, un no-tiempo, están suspendidos en una isla que casi no existe o que dejó de existir hace tiempo. Tanto la crónica como la película habitan ese espacio fantasmagórico, esa mezcla de recuerdo, nostalgia y presente imaginario. Pero hay una realidad, hay hombres y mujeres que están allí, que aún perduran, que resisten y se esfuerzan día adía por sobrevivir en la crudeza del territorio, en la hostilidad de las inclemencias del tiempo. Historias de vida, en los bordes, en los márgenes, que encarnan en sí mismos la historia de un lugar y de una época. Gracias a ellos la isla sigue en pie y sus recuerdos se mezclan con el presente.
– ¿Cómo fue el acceso al material de archivo?
– El primer contacto con el material de archivo de la película aparece con Andrés Cuervo, quien me presta la cinta de su padre para digitalizarla. Es así que me encargo personalmente de limpiarla y acondicionarla para realizar un escaneo cuadro a cuadro. El corto inconcluso sobre Haroldo, filmado en el marco de la vieja Escuela de Cinematografía de La Plata, iba a ser la tesis de graduación de su padre. La época del rodaje de la cinta coincide con el momento en que el Conti visita la Isla Paulino, allá por 1975, por lo tanto el universo al cual hace referencia la película son coincidentes. A Conti lo secuestran y desaparecen en 1976, Roberto Cuervo fallece en 1979. Luego aparecen otros materiales fílmicos rodados en la misma Escuela de Cine de La Plata, pero ya en el marco de un proyecto de recuperación y digitalización llevado adelante por el Movimiento Audiovisual Platense, la Facultad de Artes y el Museo del Cine Pablo Ducrós Hicken. Por otra parte ‘Hombres del río’ es otra de las obras fundamentales del cine regional que descubrimos en ese proceso de hacer la película. La Escuela de Cine de La Plata fue desaparecida también por la dictadura en 1978 y recuperada y reabierta recién en 1993.
– En el relato el texto de Conti ocupa el centro de la historia, rescatando su pluma por sobre otros aspectos de su vida como su compromiso político. ¿En algún momento evaluaron incluir la militancia del escritor?
– Conociendo la vida y obra de Conti, su compromiso y las distintas obras audiovisuales que se han hecho sobre él, nos pareció importante rescatar su poesía, su texto literal, sin modificar una coma, porque en su última crónica convergen sus dos grandes pasiones: la literatura y la política. Revivirlo, casi en primera persona. Entre líneas, y relecturas del texto, se puede apreciar tanto la belleza de su pluma como su compromiso político. Su militancia está en la forma de mirar una realidad, en la manera de contar su presente. Conti está ahí, junto a su pueblo, en una isla que se va desmoronando y despoblando poco a poco, que supo ser una zona pujante de la producción y el trabajo argentino, cerca de los frigoríficos, los mercados de frutas y verduras y de las carnes de exportación. Y que padece, en ese abril de 1976, la decadencia de una nación ante un nuevo gobierno dictatorial que ha tomado el poder por las armas otra vez. Haroldo habla desde ese lugar, literario y político, a su modo, retratando a hombres y mujeres, que como él, avizoran un futuro incierto.
Fuente: Télam.