15 de mayo
Un hombre de 45 años besa a una adolescente en el cuello, en el cuarto de un hotel, en un país que no es aquel en que viven. Además de casi triplicarla en edad, él es uno de los pocos adultos responsables en el lugar y un actor famoso con trayectoria en la Argentina. En el caso de ella, está casi en el inicio de su carrera como actriz. Están de gira con una obra juvenil que es un éxito televisivo. Frente a los besos, la adolescente le dice que no pero él sigue, le corre el short que lleva puesto y le practica sexo oral. Ella sigue diciendo que no y él la penetra con dos dedos de su mano. Se sube encima y la penetra, según ella, con su miembro. Frena cuando golpean la puerta.
Pasaron 14 años de esta escena y 5 desde la primera denuncia formal. La causa también pasó por tres países: Nicaragua, Argentina y Brasil. Hay pericias, informes, testigos en sedes judiciales y extrajudiciales, otras dos historias de acoso sexual que tienen al mismo actor como protagonista y el testimonio de la adolescente que una década después decidió ir a la justicia en busca de una reparación y denunció “abuso sexual agravado”.
Este 13 de mayo de 2023, el juez federal de Brasil, Fernando Toledo Carneiro determinó que está probado que el actor le practicó sexo oral a la adolescente y hubo penetración con sus dedos, pero no fue posible probar la penetración con su miembro.
Describió a los hechos ocurridos en mayo de 2009 como “actos libidinosos”, a los que diferencia de la “conjunción carnal”. Según la legislación vigente en Brasil -para el momento de lo sucedido- la configuración del delito de violación exigía como indispensable demostrar la conjunción carnal, es decir, la penetración, para una sentencia condenatoria. Y sólo se tenía en cuenta la penetración con el miembro. Como en el derecho siempre prevalece para las personas acusadas la pena menos gravosa y, según el juez, el caso se trató de actos libidinosos y no de violación, los hechos prescribieron. Por eso, Carneiro decidió absolver al acusado.
En Brasil la legislación se modificó el 8 de julio de 2009 y recién ahí se consideró violación el sexo oral y la introducción de falanges en el cuerpo. Si el abuso sucedía 68 días después – o si el juez hubiera usado la legislación actual, algo que podía hacer perfectamente porque está sujeto a interpretación- hoy Darthés estaría enfrentando una pena de 10 años.
Hasta acá la explicación más informativa y pedagógica que se puede hacer de la causa que tiene a Thelma Fardín como denunciante y a Juan Darthes como principal acusado que es juzgado en Brasil, pues nació en ese país y viajó hasta ahí tras la denuncia para evadir, de alguna manera, a la justicia argentina. Prácticamente el sistema de administración de justicia le dice a Thelma: el abuso existió pero no podemos hacer nada con el marco legislativo y jurídico vigente al momento de los hechos.
“Nadie dijo que iba a ser fácil… el fallo reconoce el abuso, reconoce el sexo oral, la penetración con la mano, pero dice que no se alcanza a probar que hubo penetración con el pene y por eso no se considera violación. (…) La justicia prácticamente le dice a la niña de 16 años que fui y que fue abusada en esa habitación, que esperaba que filme el momento de la penetración para poder probarlo”, escribió Thelma en un post de Instagram. “¿Quién dijo que era fácil?”, se titula un poema Audre Lorde que también es un libro.
Cada vez que Thelma habla lo hace con una entereza y lucidez que conmueve. Es que ella tiene plena conciencia que del otro lado están quienes conviven con la violencia y el abuso. Su testimonio fue un hito en 2018, en la historia reciente de los feminismos: la noche que se hizo público su relato y los días que siguieron, las denuncias y pedidos de ayuda en situaciones de abuso o maltrato aumentaron un 1200 por ciento. Fueron muchas otras las que pudieron contar experiencias similares, sentir que había red y espacio para la escucha. ¿Y ahora? ¿Cuál es el mensaje para ellas? Thelma respondió a estos interrogantes: “Les quiero pedir a las personas que se atrevieron a romper el silencio, que no sientan que esto nos adoctrina. No me adoctrina a mí, por favor no se adoctrinen ustedes”. Ella sabe que habla en clave social. En una conferencia de prensa en Amnistía Internacional Argentina lo hizo después de su cuerpo de abogados y abogadas explicaran los vericuetos judiciales.
“No es una decisión que declara la inocencia. Interpreta los hechos para afirmar que sí hubo actos de violencia sexual y que si hubiera pasado después de 2010, la ley aplicada sería otra. Es una situación de tecnicismo legal”, aseguró la abogada de la actriz en Brasil, Carla Andrade Junqueira. Y anunció que apelarán a este fallo de primera instancia.
Respuestas insuficientes, desamparo y repliegue
No es la primera vez que las respuestas que otorga el sistema de administración de justicia son insuficientes en estos casos. Este juicio fue excepcional en muchos sentidos pero, al momento de la sentencia, sigue la regla: en Argentina, según datos de la UFEM, sólo el 15,5% de denuncias por delitos contra la integridad sexual llega a sentencias condenatorias. La tasa de condena por violación en Brasil apenas alcanza el 1%, de acuerdo a números de la CEPAL.
Justicia no es sinónimo de cárcel, pero las respuestas insuficientes del sistema de justicia son preocupantes porque perpetúan la impunidad en términos de desamparo: la intemperie en la que se encuentran las víctimas de violencia sexual que denuncian y sus entornos se profundiza en un contexto donde los feminismos están replegados y atomizados, la reacción conservadora avanza y el odio misógino es tendencia.
Durante la conferencia de prensa en Amnistía Internacional Argentina, la periodista feminista Luciana Peker contó que hay una causa judicial en la que se investigan amenazas hacia ella -y también hacia Thelma- después de haber sido la primera en contar la historia de la actriz y acompañarla en ese proceso: “Hay 10 teléfonos sacados a nombre de Thelma de los que me llegan llamadas y amenazas de muerte. Esto es lo que pasa cuando denunciamos abuso sexual. Buscan que nos callemos”. Su intervención se respondió con aplausos.
Si Darthés es inocente, ¿por qué hay un enjambre de amenazas, noticias falsas y hostigamiento que se sostiene de 2018 contra Thelma y las personas que la rodean?
No es posible calificar el fallo de machista solo porque no da una respuesta reparatoria, pero tampoco podemos dejar de leerlo en su contexto y exigirle al sistema de administración de justicia que esté a la altura de una sociedad que reclama respuestas y protección.
Thelma presentó una denuncia en busca de reparación pero no alcanzó la exposición, la revictimización, el esfuerzo, el costo laboral y el tiempo de su vida dedicado. Le respondieron con tecnicismos jurídicos, vericuetos legales e interpretaciones legislativas que pueden ajustarse a derecho pero no alcanzan. La vía judicial tiene estos riesgos, entonces ¿qué otros caminos, rutas e instrumentos nos imaginamos desde los feminismos para acompañar a una sobreviviente de abuso sexual?
Hace tiempo que hablar la lengua judicial tiene una captura punitiva y respuestas que no están a la altura de nuestras demandas. ¿Qué otros mecanismos pueden otorgar protección a las sobrevivientes? ¿Qué puede hacer un Estado que tiene una arquitectura con un Ministerio de Mujeres, Géneros y Diversidad en su organigrama para proteger a quienes están en riesgo? Si apostamos a una institucionalización feminista para que haya más diputadas, senadoras, funcionarias en todos los espacios estatales es para que estén dispuestas a hacer el esfuerzo de pensar con creatividad y audacia respuestas a estas preguntas, que puedan hacer propuestas con imaginación política a los desafíos que se nos imponen.
Si con Ni Una Menos, hace 8 años, convocábamos a hablar, contar, denunciar; hoy el reclamo es por protección, resguardo y defensa de lo conquistado. Hemos retrocedido: no me da pudor decirlo para tomar una real conciencia y empezar a transformalo.
Fuente: LATFEM.