Política

Entre la comida basura y la soberanía alimentaria. ¿Por qué no avanza la Ley de Etiquetado?

28 de octubre

El lobby de productores de alimentos y bebidas como la Cámara Estadounidense de Alimentos (AmCham) contra la Ley de Promoción de Alimentación Saludable quedó patente desde el día en que la norma se reglamentó. Pasó un año desde entonces y el etiquetado no llega. ¿Qué relación guarda este proyecto con el concepto de soberanía alimentaria? Si somos lo que comemos, decidamos con libertad qué llevamos a nuestras mesas.

A pesar de estar aprobada y reglamentada, la Ley de Promoción de Alimentación Saludable no logró avanzar en su primera etapa, que preveía garantizar el etiquetado frontal de alimentos y bebidas que contienen exceso de grasas saturadas, grasas totales, azúcares, sodio, calorías, edulcorantes o cafeína para agosto de este año. La ANMAT, organismo encargado de garantizar el seguimiento de esta primera fase del etiquetado, anunció una prórroga para que las empresas adecúen sus envases y publicidades al etiquetado.

Andrea Graciano, magíster en Salud Pública y docente investigadora de la UBA, relató a La tinta que “la implementación total de la Ley 27.642 se prevé para noviembre del año próximo. En este tiempo, se han publicado algunas disposiciones para avanzar concretamente en el etiquetado y se han definido las características que tiene que tener la regulación de la publicidad, promoción y patrocinio de alimentos y bebidas no saludables. Lo que la ley establece es la prohibición total de estas prácticas dirigidas a niñeces y adolescentes, y, en el caso del público en general, una serie de regulaciones”.

“La disposición de ANMAT sobre publicidad para menores fue publicada en agosto, aunque los plazos de su cumplimiento están atados a los plazos para el etiquetado concretamente. Eso es, en parte, lo que retrasa la concreción de la primera fase de la ley”.

Algo que arroja claridad sobre por qué una ley aprobada, reglamentada, con apoyo transversal y -nominalmente- respaldada por casi todos los bloques políticos no se ejecuta es el fuerte lobby que desplegaron y despliegan las cámaras de productores de alimentos y bebidas como la Cámara de Comercio de Estados Unidos en Argentina (AmCham) y la Coordinadora de Productos Alimenticios (COPAL). Coca-Cola y Pepsico, por ejemplo, nucleados en AmCham, rechazan colocar el sello en el envase e insisten en ponerlo en la tapa, además de oponerse a informar sobre el contenido de cafeína de sus productos. En la misma línea, Kinder rechaza dejar de ofrecer el regalo dentro del huevo de chocolate como reclamo para las infancias y los productos comercializados por Panini se pronunciaron en contra de usar figuras de deportistas de élite como parte de su publicidad.

Más allá del lobby y de la seguridad alimentaria
Según la Organización para la Alimentación y la Agricultura, la seguridad alimentaria es la posibilidad concreta de todas las personas de acceder a alimentos de forma estable y suficiente para el desarrollo de la vida humana. Desde 1996, la organización internacional Vía Campesina ha ido construyendo un concepto que va más allá: la soberanía alimentaria. Una idea que no se basa solo en la posibilidad de acceder a los alimentos, sino en que cada comunidad pueda definir qué lleva a sus mesas, cómo se producen y distribuyen estos alimentos, y qué políticas públicas se generan para que la comida sea una decisión consciente, libre y soberana.

En ese sentido, Marcos Filardi, abogado y miembro de la Cátedra Libre de Soberanía Alimentaria de la UBA, destacó recientemente en una entrevista que “alimentarse es un acto sagrado, íntimo. Y no tiene nada que ver con concepciones chauvinistas o de falsos nacionalismos de consumir solamente lo nuestro, privándonos de otros alimentos muy nutritivos para la vida. Por eso, hablamos de la soberanía de los pueblos, no de los Estados. El derecho que tenemos como individuos y como pueblo para ejercer el control sobre nuestro sistema alimentario”.

Comer es el primero de los actos políticos, intrínsecamente ligado a nuestra supervivencia. Si es la lógica del mercado la que regula la producción, distribución y consumo de alimentos, es inevitable que el bienestar, el respeto por la diversidad cultural, que establece lazos particulares y concretos con la comida, sean sustituidos por una concepción insalubre, ultraprocesada y venenosa de la alimentación.

Fuente: La Tinta.

COMPARTIR

Contacto

©Todos los derechos reservados. 2022 - 2023

Desarrollado por