Política

“El alimento nos da la posibilidad de una profunda transformación social”

30 de mayo

“Hay una decisión que nos permite compartir que a veces puede pasar como algo común, pero que es fundamental para pensarnos como un ‘nosotros’ y dejar de ser ‘yo’. Por eso, cuando partimos y compartimos, el desafío es un mundo distinto”, explicó la pastora Gabriela Guerreros en relación con la tarea que lleva a cabo el comedor comunitario “El Flaco”, ubicado en el barrio La Gloria, en González Catán.

El comedor nació en los años noventa como una ayuda familiar para las personas que no podían acceder a un plato de comida, y mutó hasta transformarse en una Asociación Civil que ayuda y acompaña a la comunidad matancera en más de 10 barrios, y que cuenta con espacios de reflexión espiritual, acompañamiento a mujeres y disidencias, niños y niñas, y adultos mayores.

De lunes a viernes, a partir de las 12:00, el comedor abre sus puertas a más de 300 personas que se acercan para retirar el almuerzo. Antes de la pandemia por Covid-19, el comedor asistía a 180 individuos, pero con el arribo del virus y la crisis social, política y económica que ocasionó, el número se incrementó y desde el comedor pensaron en nuevas formas para continuar con la ayuda alimentaria.

Una nueva organización en “El Flaco”
“Hasta antes de la pandemia, al comedor se podía venir a comer de manera presencial. Hoy vienen y se llevan la vianda, porque es imposible tener a 300 personas acá”, expresó Gabriela y agregó que cuando las familias podían acercarse, lo importante era ese momento de compartir, por lo tanto comenzaron a pensar y organizar nuevas formas de trasladar ese sentido a los hogares de cada grupo familiar.

La pastora describió: “Por ejemplo, el almuerzo se da preparado y la cena se da mitad preparada. Si hay milanesas con puré, se da la milanesa ya preparada sin cocinar y se dan las papas para que haya un proceso de cocina y de encuentro en la casa”.

Otra cuestión importante era la presentación del alimento, en este sentido Sofía Guerreros contó que una vez por semana se reúnen para armar el menú de la semana. “Siempre decimos que hay que hacer el menú como vos comerías en tu casa, como recibirías al invitado que más querés en tu casa, y también intentamos que sea nutricional”, explicó.

A su vez, Sofía también mencionó que la organización del menú semanal tiene como objetivo lograr que cada día de la semana se reparta algo diferente y que, a la semana siguiente, se invierta el orden. Así lo ejemplificó: “Intentamos siempre el domingo o el lunes ponernos a organizar la semana para que no demos justo lo mismo que hicimos la semana pasada. Por ejemplo, el jueves hicimos milanesas de pollo, entonces todos van a venir los jueves porque piensan que se les va a dar lo mismo”.

Los desafíos del día a día
La entrega de las viandas se realiza por orden de llegada y los grupos de familias deben concurrir con un tupper en condiciones limpias. Sin embargo, algunas veces sucede que esta regla no es cumplida y allí es cuando los integrantes del comedor tienen que evaluar las situaciones de cada uno.

“Son cosas que uno dice ‘es lógico’, pero que acá a veces no se ve. Nosotros tenemos reglas básicas y generales para que esto funcione, y las chicas de la cocina no tienen por qué andar lavando los tuppers de otras personas”, señaló Sofía.

En este marco, Gabriela aclaró: “Si tenemos la posibilidad de juntar plata y comprar tuppers para las familias, lo hacemos. Lo hemos hecho en casos especiales y particulares, o en casos que sabemos que, por ejemplo, es para un compañero que está en situación de calle. Pero cada persona es una cuestión particular”.

“La comida que se prepara tiene un sentido tanto nutricional como simbólico”

Tanto Gabriela como Sofía sostuvieron que la soberanía alimentaria es el eje sobre el que se sostiene el comedor comunitario, ya que permite una mirada más profunda sobre la sociedad e invita al debate con las familias sobre otros temas como los derechos de los niños y niñas, el acceso a la educación y la prevención de la violencia.

“A veces nos pasa que decimos que todos están invitados, pero también están esas personas a las que solo les interesa retirar la vianda y nada más. Pero también están las otras personas a las cuales también acompañamos en procesos de hacer una denuncia por violencia de género, por ejemplo”, explicó Gabriela.

En esta línea, la pastora expresó que la misión es “acompañar trayectos de vida”, por lo tanto es importante lograr una escucha activa para poder tener el desafío de construir con una persona que se acerca en búsqueda de acompañamiento. “El mes pasado, hubo tres familias que nos dijeron ‘recuperé el laburo’, ‘mi mujer consiguió un laburo en blanco’, ‘dejo mi lugar a otra familia’. Bueno, entendieron. Pero ahora nos está pasando que hay mucha demanda”, resaltó Gabriela.

Además, Sofía remarcó que “hay personas que dicen que el comedor los ayudó a juntar plata para tener unos lentes, o a pensar que pueden tener internet en sus casas, o a juntar plata para ponerse los dientes. Esas son las cosas que decís ‘bueno, transformamos’”.

Fuente: diario-nco.com

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