8 de agosto
El pasado 5 de agosto en la ciudad de Bogotá Colombia, se llevó a cabo la Consagración Episcopal de lxs reverendxs Rita Fidelia Gómez Orta, Gabriela Soledad Guerreros y CA Beltrán.
Dicha celebración fue realizada en la Iglesia Luterana Independiente que preside el Arzobispo Christian Camilo Piedraita, contando con la presencia de representantes de varias iglesias y comunidades, junto al movimiento LGBTIQ+ de Bogotá.
En la reflexión comunitaria, la Rvda. Pamela León Ovalle, Obispa de la Diócesis de Centroamérica y México, destacó la necesidad y el compromiso de la construcción de la Paz por medio del diálogo que sólo será posible en el ejercicio de la búsqueda de la Justicia.
Entre aplausos, emociones y como una oración colectiva, las Obispas Rita y Gabriela respondieron ASÍ LO HAREMOS a las siguientes preguntas:
¿Serán fieles en defender y promover los derechos humanos para todas las personas?
¿Serán responsables del ejercicio cotidiano de una lectura critica de los textos sagrados y las realidades contextuales en sus territorios?
¿Se comprometen a promover la unidad en la diversidad forjando comunidades abiertas e identidades dialogantes?
Teniendo en cuenta la recreación de la resignificación y sentido de las tradiciones, ¿se comprometen al cuidado de la creación y la visibilidad de las ancestralidades y espiritualidades presentes en nuestra Pachamama?
¿Asumen la responsabilidad de la defensa y afirmación de las identidades de la diversidad sexo-genérica desde las comunidades y territorios que habitan?
Rvd. CA Beltrán compartió con todxs lxs presentes los símbolos elegidos para la consagración: la tierra, que representa el lugar de donde venimos, nuestro sustento, para vivir y disfrutar, la Wiphala que representa un grito de triunfo ondulando en ese viento que no tiene límites ni fronteras y la Biblia, como el testimonio de muchos pueblos en su lucha con las divinidades.
Para finalizar la celebración, mientras acompañaba suavemente la canción Solo el amor de Silvio Rodríguez, se invitó a todxs a compartir la mesa de la comunión, donde el pan y vino, nos recordaron que todavía es necesaria la solidaridad y hermandad organizada para seguir ampliando ese horizonte de dignidad, inclusión y equidad que soñamos para todas, todes y todos.