8 de agosto
Uno de los puntos centrales en el discurso del presidente Gustavo Petro, a propósito de su primer año de gobierno, fue el acuerdo nacional, una invitación que le viene extendiendo a todos los sectores sociales del país para impulsar el diálogo, sacar adelante las reformas sociales en el Congreso y materializar su promesas de campaña.
Aunque la invitación formal la lanzó por primera vez en la instalación del segundo año del Congreso, el pasado 20 de julio, este 7 de agosto Petro le dedicó más minutos a la propuesta, justo cuando el gobierno nacional atraviesa una crisis por varios señalamientos de irregularidades en la financiación de la campaña presidencial, entre esos el de Nicolás Petro, hijo del jefe de Estado.
“El acuerdo nacional del que hablamos es un acuerdo donde el gobierno, los partidos de oposición, los empresarios, las comunidades, los partidos de gobierno, las organizaciones sociales, los sindicatos, las gentes del común, todos se puedan sentar a dialogar sobre los problemas concretos de la sociedad colombiana”, manifestó el presidente.
Aseguró que, aunque a su gobierno se le ha señalado de incitar a las luchas de clase, se trata de un falso imaginario, pues, al contrario, “no excluimos. En nuestras palabras y actos hemos demostrado que buscamos un acuerdo nacional. Prometimos dignificar al pueblo y esa sigue siendo nuestra prioridad”.
“Aquí no se trata que el gobierno se salga con la suya, entre comillas. De pronto solos llegamos más rápido, pero juntos llegamos mucho más lejos. Colombia no necesita fracturas, necesita ese acuerdo nacional que traiga la paz. Colombia no necesita de odios”, agregó Petro.
En los últimos minutos de su discurso, el jefe de Estado mencionó que, para cumplir las expectativas de los colombianos, seguirá insistiendo en el trámite y aprobación de las reformas sociales: salud, pensional, laboral, código minero, educación y servicios públicos. “Por eso, seguimos llamando a todos los sectores políticos, económicos y sociales a hacer parte de una acuerdo. No estamos condenados al desencuentro”.
Fuente: El Espectador.