Política

El Che y una de sus facetas menos conocidas: su tarea de fotógrafo

17 de junio

“El tren blindado florece su estampa de hierro desde que aquella guerrilla le molió la sien, descarrilado por un manotazo del pueblo para que un hombre se viera con una mujer”, dice una letra de Silvio Rodríguez. La historia, que luego se hizo canción, es conocida: en 1958, el Ejército Rebelde (ER) llega a Santa Clara, una de las ciudades más custodiadas por la dictadura de Batista. Durante dos meses, el ER es asediado por el enemigo hasta que el 28 de diciembre, en una batalla decisiva, el Che logra descarrilar un tren blindado con refuerzos de Batista. El resto es historia: triunfa la Revolución y el Che conoce a su segunda esposa, Aleida March.

De esa batalla hay registros fotográficos. “Incluso en el medio del combate, el Che tenía una cámara para documentar todo lo que estaba pasando. Hay una foto que le saca a Aleida March al lado del tren descarrilado. Tenía una gran noción de que era importante registrar lo que sucedía y de que la fotografía era la herramienta para hacerlo. Fue, al mismo tiempo, protagonista y testigo de la Revolución”, dice a Tiempo Cora Gamarnik, historiadora de fotoperiodismo y autora del libro El fotoperiodismo en Argentina. De Siete Días Ilustrados (1965) a la Agencia Sigla (1975). Actualmente, Gamarnik investiga una de las facetas más desconocidas del Che, la de fotógrafo.

Un homenaje al Che Guevara
Como parte de la celebración del 95 aniversario del nacimiento de Ernesto Guevara, Cora Gamarnik brindará una charla gratuita en la ciudad natal del líder revolucionario, Rosario, en el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara. “En este encuentro vamos a realizar un recorrido por el corpus fotográfico del Che, para ir viendo cómo fue construyendo su mirada. Hay un proceso visual que puede detectarse en Ernesto Guevara -antes de ser el Che- y, luego, ya siéndolo”, dice Gamarnik.

-¿Hay contradicciones, tensiones y líneas en común?

-Hay, por un lado, constancias a lo largo de toda su vida, incluso desde muy joven y luego, ya siendo comandante de la Revolución, siguió deteniéndose en cosas similares. Buscaba registrar la vida cotidiana en los lugares que visitaba, registrar a trabajadores y a trabajadoras, retratar el esfuerzo humano: mujeres llevando cántaros, gente llevando carros. Se detiene a mirar con mucha dignidad el esfuerzo del trabajo. Y esa mirada la tiene antes de ser el Che y después.

Pero también se ven diferencias que tienen que ver con los usos que le fue dando a la fotografía. Antes de ser el Che trabajó de reportero gráfico, sacaba fotos en parques a transeúntes ocasionales para venderlas. Intentó que la fotografía sea su medio de vida. Hay imágenes de este tipo, con fines profesionales, como las fotos de los Juegos Panamericanos, de México, en 1955, cuando fue contratado como fotógrafo deportivo por la agencia de noticias, creada por Perón.

Y después de la Revolución, según distintos cargos que fue ocupando, utilizó la fotografía como complemento de su tarea. Por ejemplo, cuando fue ministro de Industrias recorría con cámara en mano las distintas fábricas que se iban creando a partir de la Revolución triunfante, recorría con cámara la construcción de escuelas, usó la fotografía de diferentes maneras en función de los lugares que iba ocupando en la Revolución.

-¿Había una preocupación artística en su producción fotográfica?

-Se puede ver una intencionalidad estética muy interesante, un intento de sacar cada vez mejores fotografías, de ensayar planos, de ensayar ángulos, de trabajar con la luz, de trabajar en blanco y negro y en color. Él no buscaba hacer un uso aficionado de la fotografía, sino que había un intento de ejercerla con mucho profesionalismo, y también se ve una constante en su vida que es hacerse autorretratos en momentos clave de su vida.

–¿Por ejemplo?

-Desde muy jovencito, antes de salir de viaje, siempre se sacaba un autorretrato, le gustaba poner la cámara en automático y pararse en frente para registrar el momento. Eso lo sigue haciendo hasta que llega a Bolivia de manera clandestina. Fue una práctica que realizó sistemáticamente. Por eso, a partir de la serie de autorretratos que se hizo a lo largo de toda su vida, se desprenden diferentes núcleos de sentido. Por un lado, nos habla de que ya desde muy joven tenía consciencia de la importancia del registro, y por eso el hábito de ejercer la fotografía de ese modo: se sacaba él sólo una imagen en situaciones que consideraba relevantes. Y, después, siendo el Che Guevara, lo siguió haciendo hasta el último autorretrato que se saca cuando entra clandestino a Bolivia. Esta práctica de los autorretratos tiene que ver con su sentido de la historia, con sentirse protagonista de su propia historia, pero también de la Historia con mayúsculas.

-¿Tenía conciencia de la trascendencia de ese presente?

-A partir de que se suma al Movimiento 26 de Julio y a la lucha revolucionaria, hay una claridad total de que cada fotografía que saca queda para la historia y de que él es a la vez protagonista y testigo de la Revolución. En las imágenes se ve perfectamente ese doble rol; toma, por ejemplo, las fotos de los actos de la Revolución: él, desde arriba del escenario, registra al pueblo que está ahí abajo o le saca una foto a Fidel desde el costado, con ángulos rarísimos, donde se ve la frente de Fidel y el pueblo detrás. Ahí ya es el Che Guevara el que está sacando la foto.

Este doble lugar en el que se ubica tiene que ver, justamente, con esta práctica que tuvo a lo largo de toda su vida que es la de ser muy observador, la de registrar lo que veía. Lo mismo le sigue pasando aun con la Revolución triunfante, sigue siendo muy agudo en las imágenes que elige tomar y, al mismo tiempo, es el protagonista de los acontecimientos. Es muy llamativo, por ejemplo, que se lo vea en visitas oficiales ejerciendo el rol de reportero.

Él viaja en el ‘59 a varios países como embajador itinerante de la Revolución, viaja a la India, a Japón, a Indonesia, a Sri Lanka, y en todos los lugares se lo ve saludando a los presidentes con la cámara colgando en el pecho. Era el reportero de su propio viaje.

-¿Reflexionaba sobre el trabajo del fotógrafo?

-Sí. A partir de un seguimiento de sus diarios de viaje, más los documentos epistolares y las fotos, fui haciendo un paralelo entre las imágenes y los textos que me permitió avanzar en la investigación. En el diario del segundo viaje, publicado bajo el título Otra vez, escribe muchísimas notas que hablan sobre lo duro que era ser reportero gráfico en México durante los Juegos Panamericanos, ahí cuenta la premura con la que tenía que trabajar, el cansancio por estar casi sin dormir y tener que hacer todas las tareas sólo: ir a los eventos, sacar la foto, volver para revelarla y mandarla.

Le parecía un trabajo durísimo el del fotógrafo. Encima después de los Juegos Panamericanos no le pagaron, entonces se quejaba un montón sobre el tema en su diario. Para ese momento él ya está trabajando de fotógrafo y proyecta poner una casa de fotografía porque era su medio de vida. Ahí es cuando conoce a Fidel. Por eso, más adelante, le va a decir a uno de los fotógrafos de la Revolución que él antes de ser comandante había sido fotógrafo. Se definía a sí mismo de esa manera.

-¿Y sobre la fotografía como práctica artística?

–Cuando conoce a Gustavo Thorlichen, un fotógrafo alemán formado en Bellas Artes en Hamburgo y Leipzig que ante el ascenso del nazismo se había exiliado en la Argentina, empieza a tener una mirada diferente sobre la fotografía. En julio de 1953, Ernesto visita una exposición de Thorlichen, que había sido contratado por el gobierno de Paz Estenssoro para fotografiar la zona minera. El Che le pide acompañarlo en el viaje para aprender de él y empieza a ver la técnica de Thorlichen, cómo hace para lograr hacer fotos de una gran composición.

Esto lo va a registrando en sus diarios y cuenta que ese aprendizaje le mejora sus tomas. Y también escribe en sus diarios notas vinculadas a la belleza visual de los paisajes, a lo que ve y le impacta desde un punto de vista estético. Tiene ahí una mirada que acompaña a sus imágenes, una mirada que disfruta de lo bello. Y, después, hay reflexiones y un trabajo muy profundo en registrar las ruinas. Las ruinas en Guatemala, las ruinas de la sociedad precolombina, las grandes ruinas Aztecas, Mayas e Incas.

Va al Machu Picchu y ahí se deslumbra por lo que ve y también por lo que debe haber sido esa sociedad, ese pueblo, lo dice así explícitamente. Empieza a recorrer las ruinas tanto de Perú, como de Guatemala y de México, en forma sistemática, es muy interesante lo que va haciendo, su pasión por la arqueología en ese tiempo es algo que también ha sido muy poco estudiado.

-¿Creía en la fotografía como herramienta para convencer y despertar cierto fervor revolucionario?

-En la etapa de la Guerrilla en Sierra Maestra, él ya ve a la fotografía en su carácter de propaganda, en su carácter de apoyo a la lucha revolucionaria, tiene muy claro que es muy importante que se vean fotos de ellos en la Sierra, que suban fotógrafos para retratarlos. Trabaja para que haya corresponsales fotógrafos entre los combatientes, trata de armar un laboratorio en plena Sierra Maestra, donde se puedan revelar y producir fotos para mandar a los diarios.

En la misma línea, también crea Radio Rebelde y trata de armar un periódico, es decir, no presta atención sólo a la fotografía, sino que era muy consciente del rol de los medios, de la necesidad de que las fuerzas rebeldes cuenten su propia historia y no ser contados por otros. Lamentablemente, es imposible acceder a las fotografías que el propio Che saca en Sierra Maestra, ese material se perdió. Hay varios baches en su archivo, incluso sacó fotos en Bolivia, en sus últimos días, que fueron capturadas por el ejército boliviano y la CIA, se lo robaron, se lo quedaron sus propios asesinos. Y aún en esas condiciones dificilísimas, el Che tenía una cámara y rollos de fotos en la mochila.

-¿Por qué no se hace hincapié en esta faceta cuando se habla del Che?

–No hay muchos estudios sobre este tema. Hay dos estudios relevantes en Cuba, especialmente, la tesis de Daily Perez Guillén, que se llama El lente y la mirada, que analiza la etapa del Che en México; y los estudios de Jorge Bermúdez, que abordan la relación del Che con las artes plásticas. En Argentina, hay una ausencia de estudios que se debe a la dificultad de acceder al archivo fotográfico, porque están en La Habana. Por suerte, en 2008 el Centro de Estudios Che Guevara de la Habana publicó Che fotógrafo, un material muy valioso para poder recorrer las fotos que se conservaron.

De ese libro están tomadas todas las fotos que aparecen en esta nota.

El encuentro, titulado “¿Cómo miraba el mundo Ernesto Guevara?”, tendrá lugar hoy a las 18 horas en el Centro de Estudios Latinoamericanos Ernesto Che Guevara (Avenida Belgrano 950, Santa Fe, Rosario).

Fuente: Tiempo Argentino.

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