28 de febrero
Dos juicios por gatillo fácil con jurados populares se están llevando adelante en nuestra provincia. Valentino Blas Correas fue asesinado por la policía de un balazo durante un control en la ciudad, en agosto de 2020, en barrio Alberdi. Isaías Luna fue asesinado por el oficial Ariel Adavid de la policía de Córdoba, el 18 de diciembre de 2020 -cuatro meses después que Blas-, en barrio Urca.
En el caso de Blas Correas, hay trece policías imputados y, en el de Isaías Luna, siete. Se debe comprobar, en ambos casos, si fueron homicidios calificados o un exceso en las funciones del agente que disparó, falsos testimonios y encubrimientos agravados. El Frente Antirrepresivo en Lucha (F.A.L), organización local de derechos humanos que denuncia las políticas represivas del Estado, expresó en sus redes algunas reflexiones al respecto de los comentarios diferenciales que circulan sobre dichos casos y sus procedimientos judiciales.
“Medios de comunicación y algunos sectores se empeñan en separar ambos casos cuando, en realidad, tienen más puntos en común que diferencias. No es nuestra intención hacer comparaciones odiosas, entendiendo que cada vida arrebatada por las fuerzas del Estado duele muchísimo a sus familias y seres queridos. Es necesario desarrollar un análisis político de esta metodología de muerte para poder dar luz a los diferentes discursos que intentan separar el término gatillo fácil de ciertas víctimas para su conveniencia”, dicen desde el F.A.L.
El abogado que defiende a los agentes que encubrieron el asesinato de Luna a manos del policía Adavid, expresó en una de las audiencias: “El caso de Isaías Luna y el de Blas Correas no tienen nada que ver. No es gatillo fácil. Blas era un chico inocente”. La buena y la mala víctima nuevamente. Para el F.A.L, llama la atención que, a escasos centímetros de quien estaba haciendo esas declaraciones, se encontraba el abogado Jorge Sánchez del Bianco, quien defiende a Tabares -también imputado por encubrimiento agravado y falso testimonio en el caso de Isaías Luna-, pero también abogado, junto a Ricardo Moreno, del comisario Juan Gatica, imputado por la causa de Blas Correas.
¿Por qué se quiere instalar que lo de Isaías no fue gatillo fácil? ¿Por qué hay concepciones diferentes dependiendo de las víctimas? ¿Cuál es el impacto social de semejante afirmación? El gatillo fácil está considerado como una política de Estado y, según el Frente, es la segunda causa de muerte por parte de las fuerzas represivas, luego de las muertes en contextos de encierro. Más del 50% de las personas asesinadas son jóvenes o adolescentes, y existe una cuestión de clase, porque es una política dirigida a personas de barrios populares.
“El término gatillo fácil se refiere a uno de los tipos de asesinatos por parte de las fuerzas represivas de manera extrajudicial, una pena de muerte de hecho, de facto, es decir, que la persona que es víctima de gatillo fácil no significaba ningún peligro a quien dispara o a otra persona, como quieren hacer creer con los discursos de supuestos enfrentamientos. ¿Qué peligro significaba Blas Correas en la parte de atrás de un auto, desarmado y de espaldas a quienes le dispararon? ¿Qué peligro significaba Isaías Luna solo en una cocina, desarmado, de espaldas y en cuclillas? Son tantos los casos que hace un tiempo se popularizó la consigna ‘Lxs pibxs no son peligrosxs, lxs pibxs están en peligro’”, señalaron en el F.A.L.
Desde el Frente, explican que ambos casos tienen mucho en común, como lo tienen con otros casos de los tantos que hay en esta provincia. “A ambos les plantaron un arma de fuego: a Blas, un arma que estaba en uno de los autos policiales y, a Isaías, una que fueron a buscar a la casa particular de uno de los policías. En ambos casos, el discurso de enfrentamiento fue el primero en tratar de difundirse; en el caso de Blas, por parte del, en ese entonces, subdirector de la Departamental Zona Sur, Gonzalo Cumplido; en el caso de Isaías, fue la propia jefa de policía, Liliana Zárate Belletti, quien dio el visto bueno al discurso de los policías. Ambos casos se dieron durante un crecimiento exponencial de la represión, luego de que se decretara el aislamiento social, preventivo y obligatorio a causa del COVID-19”.
Es moneda corriente el discurso de supuestos enfrentamientos en este tipo de casos, sobre todo, sostenido desde los medios hegemónicos. Lo cual quita el eje de la gravedad en casos como el gatillo fácil, que son crímenes de Estado, dada la responsabilidad de una de sus fuerzas. “Cuando el accionar policial queda totalmente expuesto, se trata de hacer una diferencia con los otros casos de gatillo fácil, de aislarlo y que no queden como lo que son verdaderamente: una política de Estado. La cantidad de uniformados involucrados, que incluyen a jefes de alto rango, confirma que no es un solo policía, sino que es la institución. Entonces, si hablamos de una política de Estado, nos referimos a un Estado que apunta, un policía que dispara y un grupo de policías cómplices que encubren y sostienen la mentira. Porque el primer mandamiento es ‘salvarás a la institución por sobre todas las cosas’”, detallaron desde F.A.L.
“¿Qué pasa en ese segundo fatídico donde el policía dispara y acaba con la vida de una persona?”, se preguntan insistentemente desde el Frente, a la vez que plantean la necesidad de que, al hablar de gatillo fácil, se debe poner el foco en quien dispara, el porqué y el para qué, y, sobre todo, a qué intereses responde esta política de muerte.
#BastaDeGatilloFácil
Fuente: La tinta / Foto de portada: La tinta.