Efemérides

Argentina. A 65 años de la toma del frigorífico Lisandro De La Torre

16 de enero

El nuevo proyecto de ley ya estaba preparado. Tal y como lo había pedido el FMI, Arturo Frondizi, además de recortar el gasto público, congelar salarios, quitar controles de precios, aceptar despidos y liberar el dólar, comenzaba a privatizar empresas. Una de las apuntadas sería el frigorífico Lisandro de la Torre, que dejaría de ser del Estado para pasar a manos de los grandes ganaderos del país. Más de un año atrás, al asumir la presidencia tras unas elecciones antidemocráticas, Frondizi aseguraba: “En la Argentina nadie será perseguido”. Mientras tanto, en las páginas de la historia, comenzaba a escribir un capítulo completamente opuesto.

La plaza del Congreso empezaba a llenarse y desde el Gobierno no tenían intención de demorar la última sesión del año. En las calles, al frente de los trabajadores del frigorífico se encontraba Sebastián Borro, un joven dirigente peronista que pocos días atrás había dicho a la prensa que, si no se escuchaba al pueblo, cargarían en camiones “los escombros del frigorífico». Aquella noche, sin debates, se aprobaba el pedido del FMI. Firme, el presidente aseguraba que «la ley es la ley y hay que cumplirla». El 14 de enero de 1959, llegaría la respuesta de los trabajadores. Eran los tiempos de la resistencia peronista y, mientras Borro denunciaba que habían intentado sobornarlos, afuera la gente repetía una frase que quedaría grabada a fuego: «Patria sí, colonia no». Habían decidido tomar el frigorífico.

Inmediatamente, se ordenó la represión y más de 2000 uniformados llegaron escoltados por tanques, jeeps, ametralladoras, bomberos y patrulleros. De esta forma, las fuerzas represivas se fueron abriendo paso entre enfrentamientos desiguales, heridos y detenidos. Durante los días siguientes, el barrio de Mataderos, sumido en un sentimiento común de indignación, se transformó en un lugar de lucha. Las calles se llenaron de barricadas y desde todas las esquinas surgían grupos que se oponían al desalojo en una movilización sin precedentes. Entre colectivos incendiados, tranvías descarrilados y molotovs, la resistencia fue en aumento mientras los comercios del barrio cerraban en apoyo y la gente cortaba las luces de la calle y atacaba a la policía desde sus terrazas.

Alertado ante un pueblo entero unido, Frondizi aprueba el Plan Conintes. A partir de ese momento, se restringían los derechos, se militarizaban las calles y se daba comienzo a una cacería legal a cualquier persona de izquierda o relacionada al peronismo. Según diría, se buscaba “vencer la acción del terrorismo”. Los días siguientes fueron de persecuciones y sindicatos allanados. Para reconquistar Mataderos, aún faltaría una semana. Años después, la dictadura genocida ordenaría frenar las investigaciones que buscaban poner en claro el negocio entretejido y mandaría a demoler el edificio. Uno de los tantos intentos para aplacar a un pueblo que nunca se arrodilló.

Revista Livertá.

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